La crisis que afectó a Argentina a partir del 2001, significó entre otrs muchas cuestiones, la necesidad de revisar los paradigmas tradicionales con que había operado la política social así como también un esfuerzo significativo por parte del Estado Nacional, los gobiernos locales y provinciales y los actores sociales, para poner en marcha dispositivos que permitieran la inclusión social de amplios sectores de la sociedad en situación de vulnerabilidad social y económica.
Uno de los temas centrales de la agenda social en Argentina ha estado vinculado al diseño e implementación de políticas públicas que tengan como principal objetivo mejorar los ingresos de los sectores en situación de pobreza e indigencia que, en el año 2002, alcanzaban a más del 50% de la población.
Ante la imposibilidad de incorporarse en el mercado de trabajo asalariado, un sector importante de la población se volcó a la práctica del autoempleo. Una de las modalidades adoptadas consiste en la puesta en marcha de emprendimientos productivos para el autoconsumo y para la comercialización.
La mayoría de estos emprendimientos fueron pensados para ser desarrollados en forma transitoria, "un mientras tanto consigo un empleo asalariado y formal como el que perdí o como el que tenían mis padres, en el caso de los más jóvenes". Sin embargo, la realidad muestra que muchas de estas actividades se transformaron en permanentes y en la única fuente de ingresos de estas familias. Martínez M. R. y otros (2005:10)
En este contexto, el Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social "Manos a la Obra" - en adelante PMO - puesto en marcha a partir de agosto del 2003 desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, ha tenido como eje principal el apoyo a experiencias socioproductivas vinculadas a la economía social, enmarcadas en un contexto de desarrollo de las localidades.